martes, 4 de diciembre de 2018

¿Y TODO ESTO CON QUÉ PROPÓSITO?

Después de todos estos años de haber estado buceando en la inmensidad de mi sombra, puedo constatar como cierta la Leyenda del Lobo Blanco y del Lobo Negro, leyenda Sious que dice así:


Un anciano Cherokee contaba a su nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo, y dentro de todo ser humano. Ésta era entre dos lobos…
Uno de ellos es de color negro: representa la envidia, aflicción, codicia, arrogancia, resentimiento hacia mí mismo, siente lástima hacia mí, actúa desde la culpabilidad, tiene un fuerte complejo de inferioridad, miente, es orgulloso, falso y su ego no posee límite.
El otro es de color blanco: representa la alegría, me ayuda a alcanzar la paz conmigo mismo, su amor es incondicional hacia los demás, actúa desde la esperanza con serenidad, humildad, bondad y benevolencia, demuestra constante empatía, generosidad, compasión y fe.
El nieto pensó sobre eso durante un largo minuto, y entonces le preguntó: “¿Qué lobo ganará?”
“Aquel al que tú alimentes”.

Y así es... Dentro de cada uno de nosotros existen dos voces:

Existe una voz blanca, pura, bondadosa,... La voz de la conciencia, la intuición,... Es aquella voz que nos guía, que sabe lo que nos conviene en cada momento. Es nuestra verdadera voz y habita en nuestro corazón. Los niños son viva manifestación de esta voz.


Al mismo tiempo, habita en nosotros una voz oscura, negativa, destructiva que aprovecha cualquier momento de debilidad, de miedo, para susurrarnos miles de fábulas inciertas. Esta voz habita en nuestra mente. Acabamos creyéndola y permitiendo que forme parte de nosotros pero, en realidad, no nos pertenece.
Su origen podemos encontrarlo en aquellos momentos de la infancia en los que tuvimos miedo, nos sentimos solos, ... y esta voz aprovechó para contarnos historias falsas sobre nosotros mismos y sobre la vida. También en aquellas ocasiones en las que los adultos, la sociedad en general, en momentos en los que no hablaban desde su corazón sino desde el enfado y el miedo, nos contaron otras historias y, de nuevo, aquella voz nos susurró que lo que nos decían era cierto. Y todo esto, poco a poco, fue apagando nuestra verdadera voz...

El susurro mental genera violencia... Es el alimento de las disputas entre vecinos, amigos, familias pero también la que origina las guerras... En realidad, cualquier problema en la vida de una persona, surge de creernos esta voz. Ella nos ciega y no nos permite ver y creer en la fuerza de vida que somos.

Si conseguimos diferenciarla de nuestra propia voz, si la separamos y acallamos. Si nos dejamos guiar por ese suave movimiento que se manifiesta en nuestro interior de una manera casi imperceptible, entonces, nos uniremos al compás de la vida y, la vida misma nos guiará. Y recuperaremos la paz...

Mi maternidad me ha permitido ver con claridad lo que durante años sentía como cierto pero no acababa de dilucidar. Por todo ello, por toda mi experiencia vivida y donde me ha llevado, mi objetivo de vida es acompañar como Psicóloga, partiendo de mi experiencia personal y con todo lo que me está aportando la Maternidad, a aquellas personas que deseen sanar sus almas. No porque haya conseguido acallar mi parloteo mental, creo que es tarea para toda una vida. Sólo porque ahora ya sé que éste es el camino...

A su vez, la maternidad me ha permitido ver con claridad cómo cada una de estas voces se manifiesta de manera diferenciada en niños y adultos. Los niños, más cuanto más pequeños, viven totalmente conforme a la escucha de su propia voz. Los adultos, sin embargo, hemos acallado en mayor o menor medida esta voz, precisamente por las experiencias de infancia que no nos han permitido seguir creyendo en ella.

Tal y como cuenta la leyenda, en cada uno de nosotros ganará aquella voz que alimentemos... De este modo, si permitimos que los niños sigan escuchando su voz, todo lo que salga de ellos será bueno.

No obstante, los propios adultos estamos desconectados de nuestra propia voz. Entonces, ¿cómo vamos a poder acompañar a los niños respetando la suya propia?... Recuperando primero la nuestra.

Si conseguimos realizar esta gran hazaña, permitiremos que los niños, guiados por su bondad natural, por la voz que les dicta su corazón, cambien el mundo y nosotros, por fin, encontraremos la paz...















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