sábado, 30 de marzo de 2019

SOMOS ALMAS QUE HABITAMOS CUERPOS Y A TRAVÉS DE NUESTROS CUERPOS NOS MANIFESTAMOS

Si escuchamos a nuestro corazón, actuaremos en base a nuestra propia voz, aquella que nos dicta lo más indicado para nosotros en cada momento. seremos la manifestación de nosotros mismos en este mundo. Si, por el contrario, escuchamos a nuestra mente, iremos anestesiando poco a poco nuestra verdadera voz en beneficio de la voz de nuestro ego, voz surgida a partir de una gestión insana de nuestros miedos infantiles que quedan almacenados en el inconsciente y encuentran salida a través de nuestra mente.

Cuando actuamos escuchando la voz que surge de nuestro corazón, nos vivimos seres completos y en paz. Cuando escuchamos la voz de nuestra mente estamos disociados, de alguna manera. Una parte de nosotros (más o menos grande) se ha desconectado de lo que sentimos en realidad.

La manifestación de nuestra verdadera voz, la que se manifiesta a través de nuestro corazón, la podemos percibir a través de sutiles señales que detecta, de un modo u otro, nuestro ser en su totalidad cuando está integrado. En este estado, nuestro cuerpo actúa de manera armónica, sencilla, pausada, equilibrada,... Cuando es nuestro ego el que rige nuestros actos, nuestro cuerpo manifiesta anomalías, enfermedades, rigideces, y todo tipo de desequilibrios en general.




Los seres humanos somos seres libres y es decisión nuestra, en todo momento, elegir cuál es la voz que queremos escuchar y en base a la cual nos queremos manifestar. No es tarea sencilla ya que este mundo está organizado para que, desde pequeños, dejemos de escuchar nuestra verdadera voz en virtud de la voz creada en nuestro interior, nuestro ego que, alimentado por el miedo, nos deja en un estado de ensoñación que no nos permite diferenciar con claridad cuál de las dos realidades es la cierta.

Maite Sánchez Pinuaga nos hablaba hoy, en su curso "Crecer Juntos", sobre la gran confusión a la que hemos sido abocados hoy en día y señalaba la importancia del discernimiento como parte imprescindible para tomar, desde nuestra capacidad de libre elección, una decisión responsable y consciente con respecto a nuestra conducta.

Como os decía, somos almas que habitamos cuerpos y a través de nuestros cuerpos nos manifestamos. Por ello, propongo un pequeño ejercicio de conciencia corporal como una herramienta más que nos permitirá diferenciar entre la escucha de nuestra verdadera voz frente a la voz de nuestra mente.

Si recordamos en la película de "Matrix", la conexión principal que anclaba a las personas a ese mundo artificial estaba situada en la base posterior de nuestra cabeza, justo en el cerebelo, parte del encéfalo que une a éste con la médula espinal. A partir de aquí, propongo un ejercicio de toma de conciencia corporal que nos va a permitir discernir algunos momentos en los que estamos estamos permitiendo que nuestra mente controle nuestros actos.

Sugiero que cerremos los ojos y visualicemos esa parte de nuestra cabeza, como si nos conectásemos al mundo de Matrix. Fijémonos en qué estado se encuentra esa parte de nuestra cabeza... Para facilitar la toma de conciencia, podemos tensar esa zona y fijarnos en cómo rápidamente la tensión se desplaza por el centro de nuestra cabeza hacia arriba y hacia nuestras mandíbulas, tensándolas. Desde esa percepción, nos desplazamos hacia nuestro abdomen para comprobar en qué estado se encuentra. Probablemente se encuentre en tensión, resultado reflejo de apretar nuestra mandíbula, la cual se ha tensado automáticamente al "conectarnos a Matrix", es decir, a nuestra mente.

Entre otras muchas tensiones corporales que surgen de dicha conexión (se cierra la garganta, el pecho se oprime, se tensa toda la columna hasta el coxis, etc.) se me ha ocurrido comentar brevemente ésta cuyo significado básico, a nivel psicológico, sería: cuando nuestra mente pasa a controlar nuestros actos de una manera no-funcional (se activa en exceso nuestro cerebelo) entramos en pánico y adoptamos una actitud de control (nuestras mandíbulas se tensan). Resultado de esto y, entre otras muchas consecuencias, nuestro abdomen (centro de nuestros sentimientos y nuestra creatividad) se tensa, por el miedo, y detiene el proceso natural de confianza en la vida. En este estado, estamos desconectados de nosotros mismos y lo que hacemos a partir de ahí poco tiene que ver con nuestro ser real.

Mi intención, al mostrar este ejercicio, es ofrecer una sencilla herramienta que nos permitirá tomar conciencia, en momentos de estrés, de qué parte de nosotros está controlando nuestras pensamientos, emociones y, por lo tanto, acciones. Simplemente visualizando esa parte de nuestro cuerpo y percibiendo en qué estado se encuentra podremos intervenir para modificar la situación en favor de nuestra salud, en favor de una actitud respetuosa con nosotros mismos. Respirar de una manera lenta, profunda y consciente permite deshacer la tensión acumulada en el cerebelo y, con ello, las mandíbulas y el abdomen se relajan. Entreabrir la boca también facilita esta relajación. Desde aquí, desde nuestro cuerpo en calma, será sencillo volver a escuchar la voz de nuestro corazón y, con ello, volver a SER nosotros de verdad.






jueves, 21 de marzo de 2019

ESCUCHARNOS A NOSOTROS MISMOS PARA PODER COMUNICARNOS DE VERDAD

Cuántas guerras entre países, entre amigos, entre familias, parejas e hijos generamos por no escucharnos a nosotros mismos...

Ante un determinado hecho objetivo ocurrido entre dos personas, nada tiene que ver lo que le llega a uno y lo que le llega al otro. ¿Y cómo ocurre eso si ambos han vivido la misma experiencia? Porque, ante la misma vivencia, la primera persona rellena la información con sus expectativas, necesidades, miedos, anhelos y la segunda hace lo mismo con respecto a los suyos propios. Como resultado final, surgen dos interpretaciones de la misma realidad diferentes, en mayor o menor grado, que pueden llevar a malentendidos de pequeño, medio o gran alcance.

Lo que cada persona añadimos "para rellenar" lo acontecido en un determinado momento nos permite ajustar lo vivido a nuestra percepción individual del mundo. De este modo, ordenamos lo ocurrido, lo que nos aporta coherencia y seguridad.

Si consideramos el ejemplo de la conducción, resulta adaptativo el "automatizar" los aprendizajes, o lo que equivale en el caso de razonamientos abstractos, generalizar y crear esquemas mentales. Estos nos permiten simplificar nuestra realidad para ir construyendo, sobre lo ya conocido, un conocimiento cada vez más complejo sobre el mundo que nos rodea.

Pero existe una trampa con todo este funcionamiento cognitivo del ser humano y es que mucho del contenido que forma parte de esos esquemas mentales que hemos sentenciado como verdades inamovibles surgen de experiencias subjetivas, es decir, de determinadas vivencias emocionales que han otorgado un sentido u otro a la realidad vivida y que nuestra mente ha convertido, finalmente, en verdades objetivas.

Y esto genera guerras, bandos, luchas, malentendidos,... porque todos nos creemos poseedores de la verdad cuando, en realidad, todo es resultado de vivencias, normalmente más o menos negativas, que nos han hecho crearnos ciertas protecciones defensivas mentales rígidas que nos colocan en uno u otro bando.

Y digo que surgen de experiencias emocionales negativas racionalizadas porque las experiencias emocionales positivas abren el corazón y no cabe ningún tipo de guerra ni competencia ni nada que racionalizar, porque la propia experiencia, en sí misma, aporta paz. Ahí, todo es vida, todo es sensación, nada se transforma ni racionaliza...

Muchas de las situaciones cotidianas con familiares, amigos u otros que generan malentendidos surgen de esas expectativas que ponemos en el otro y no son cubiertas, de esos miedos que paralizan y someten o nos llevan a agredir para sobrevivir, de todos esos funcionamientos internos inconscientes con los que "rellenamos" la realidad y que, por supuesto, acaban generándonos malestar.

Y la mayor parte de esos funcionamientos inconscientes se construyen durante nuestra infancia.

Por eso es tan importante la Crianza Consciente. No se trata de algo que "está de moda". Se trata de una elección responsable si queremos evitar, en la medida que nos resulte posible, plantar las semillas en la vida de nuestros hijos que acabarán por germinar y crecer, creando esta destructible maraña mental que paraliza, desvitaliza y desune a los seres humanos.

Por eso es vital criar conscientemente. Por eso es imprescindible, para ello, sanar primero nuestro propio enredo. Porque solo así, libraremos a nuestros hijos de esta trampa mental. Sólo así existirá una posibilidad de cambiar el mundo.

No se trata de un camino fácil, pero sí necesario...





sábado, 2 de marzo de 2019

ESTOY CONVENCIDA...

Llevo dos tardes viendo actuaciones del programa de la Voz. Me gusta sobretodo ponerlo de fondo y escuchar las voces de los participantes. Sólo escuchar y sentirlos. Muchas veces se me eriza todo el cuerpo y me emociono y estoy convencida de que ahí, justo en ese momento, se manifiesta la verdadera vida. Está en aquellos momentos en los que algo nos une, más allá de su forma y contenido. Cuando algo se nos remueve por dentro y, de verdad, nos sentimos unidos a alguien, en total sintonía con él.

Estoy convencida de que son esos momentos los reales, los que debemos ir a buscar para recuperar la paz, la propia y la del mundo. Porque sólo en esos momentos somos nosotros de verdad. Sin máscaras, sin miedos ni fisuras. Es en esos momentos cuando somos auténticos y dejamos que nuestros ser, nuestro corazón, se exprese.

Durante las actuaciones de los participantes de este programa los propios profesionales, en muchas ocasiones, son reales. Sienten la verdad de la persona que canta frente a ellos y se emocionan. Después, toda esa magia desaparece y, de nuevo, vuelve a manifestarse "la realidad", esa que creemos real sólo porque es la que estamos acostumbrados a vivir. Y aparecen las rivalidades entre los profesionales, fruto de inseguridades personales, que ponen en marcha los recursos personales defensivos de cada uno para "sobre-vivir". Y aparece toda la farándula del programa, que quita el valor real de lo que aportan los participantes desde lo más profundo de su ser.

Y ahí vivimos todos la mayor parte de nuestras vidas, escondidos. Porque nuestros miedos e inseguridades nos han contado que debemos "ser" de determinada manera porque hay algo en nosotros no vale. Cuando, en realidad, estoy convencida de que la verdadera vida se encuentra en esos momentos en los que es nuestro corazón el que habla. Esos pequeños, muy pequeños momentos, en los que nos emocionamos (y, a veces, sentimos vergüenza por ello o intentamos contenerlo, como si fuese algo malo) al sentir la "belleza real" de las personas y de lo que vivimos. En realidad, yo siempre espero vivir y encontrar esa "otra realidad" y, por eso, me pierdo tanto en este mundo.

Sinceramente, estoy convencida de que este mundo funciona al revés. Y que "nos han enseñado" a valorar aquellas cosas que, poco a poco, nos van desgastando, en vez de simplemente dejarnos ser, desde el corazón. Ahí, sólo ahí, reside la vida, la unión, la alegría, la paz... y todo esto esta dentro de cada uno de nosotros.

Estoy tan convencida de esto que ya no puedo mirar hacia otro lado. Y en esto estoy...

https://www.youtube.com/watch?v=cp0eRPlYWeo&list=RDUL1t9l8mkVA&index=12

Y además...

NUESTROS ESPEJOS

Lo que vemos afuera es lo que podemos ver dentro de nosotros... Si no somos capaces de vernos a nosotros mismos, es imposible que podamos ...

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